¿Cómo se llama la persona que ama viajar? Descubre el término y su verdadero significado

Algunos sueñan con tener una casa grande o una carrera estable. Otros prefieren dejar las maletas siempre a la puerta, listas para el próximo destino desconocido. ¿Has notado alguna vez a esa gente que, antes de terminar un viaje, ya tiene planeado el siguiente? Hay quienes sienten la necesidad casi biológica de recorrer nuevos lugares, probar comidas extrañas y dormir bajo cielos que les resultan ajenos. Para ellos, viajar no es solo una afición: es una forma de vida. Pero, ¿cómo se llama en realidad a estas personas que viven con el mapa siempre a mano y los billetes casi quemando el bolsillo?
El término exacto: ¿viajero, trotamundos o algo más?
La palabra más común para referirse a una persona que ama viajar es "viajero". Pero esto se queda corto si lo pensamos bien. Viajero puede ser cualquiera que se sube a un avión o tren, aunque sea de vez en cuando. Cuando hablamos de una pasión insaciable, de un impulso constante que parece imposible de frenar, entran en juego palabras como "trotamundos", “globetrotter” o una mucho más reciente: "wanderlust".
"Wanderlust" es ese término que se ha puesto de moda en redes sociales. Viene del alemán – “wandern” (caminar) y “lust” (deseo) – y describe a la perfección esa mezcla entre inquietud, deseo y fascinación permanente por explorar. Aunque el uso del inglés o alemán no sea lo más castizo en España, la palabra conecta con miles de jóvenes (y no tan jóvenes) a los que la rutina se les queda pequeña y buscan constantemente experiencias nuevas.
Si tienes curiosidad sobre el término más técnico, está el "dromomanía", aunque aquí la cosa se pone un poco médica. En el siglo XIX, algunos psiquiatras franceses definieron la dromomanía como una especie de trastorno caracterizado por una necesidad irrefrenable de deambular, casi patológica. En la actualidad, ese matiz psiquiátrico se ha perdido y predomina el romanticismo viajero.
No importa si usas trotamundos, viajero compulsivo o wanderlust: todas señalan a esa persona con furia por conocer, descubrir y dejarse sorprender. Aunque tampoco hay consenso definitivo, en el idioma español solemos quedarnos con "trotamundos" o "amante de los viajes". ¿Sabías que en algunas encuestas realizadas por medios especializados como Hostelworld y Lonely Planet, más del 60% de los encuestados se sienten identificados con estos términos? Al parecer, no eres el único con este “virus” viajero.
¿Qué motiva a un trotamundos? Explicación psicológica y cultural
La psicología lleva años dándole vueltas a este asunto. ¿Por qué unos prefieren quedarse en casa y otros sueñan con recorrer selvas, ciudades y desiertos? Hay teorías interesantes que apuntan a una mezcla entre genética, crianza y experiencias personales. La psicóloga Claudia Hammond, por ejemplo, estudió cómo algunas personas presentan una mayor sensibilidad al gen DRD4-7R, el famoso "gen del viajero". Este gen se asocia con la curiosidad, la apertura mental y la búsqueda de nuevas sensaciones.
A nivel cultural, los medios y la globalización han hecho lo suyo. Hoy es fácil ver publicaciones de gente haciendo parapente en Colombia o nadando en cenotes de México. Y claro, viene la comparación inmediata: ¿por qué no yo? De hecho, en España, según datos de Statista de 2023, cerca del 71% de los jóvenes entre 18 y 35 años considera el viaje como una prioridad vital, por encima, incluso, de la compra de una vivienda.
Pero el viaje no es solo una cuestión de instagramers o mochileros. Hay algo ancestral que nos empuja a movernos: la humanidad nació nómada. Hasta hace unos 10.000 años, nadie vivía anclado a una ciudad, todos éramos caminantes. Quizás, en el fondo, esa inquietud sigue viva, aunque ahora la ruta pase por Ryanair y el buscador de Booking.com.
Existe un componente de evasión, sí, pero también de aprendizaje. Los trotamundos buscan salir de la burbuja, desafiarse, entender cómo viven otros y, muchas veces, descubrirse a sí mismos. Un estudio publicado en el Journal of Positive Psychology en 2021 mostró que quienes viajan con frecuencia experimentan un mayor nivel de satisfacción vital y resiliencia emocional.
Los viajes pueden ser tanto una búsqueda de aventuras como una forma de escapar. Es una línea fina que, en ocasiones, se difumina. De hecho, no todos los viajeros “compulsivos” lo hacen por pasión alegre: algunos encuentran en el camino un refugio frente a crisis personales, rupturas o etapas de cambio.

Wanderlust en la vida real: historias, tendencias y datos
Imagina el caso de Marta, una enfermera sevillana que dejó su puesto fijo para recorrer Asia durante un año. O Rubén, informático de Madrid, que trabaja en remoto y cada trimestre cambia de país. Estos perfiles se ven cada vez más, sobre todo tras la pandemia. El auge del teletrabajo disparó el número de nómadas digitales que viven saltando de ciudad en ciudad, conectando desde cafeterías y hostales. No es poca cosa: según el informe “Digital Nomad Report” de MBO Partners, en 2024 el mundo sumaba más de 35 millones de nómadas digitales, el doble que en 2020.
La tecnología lo ha puesto todo fácil. Entre las apps de vuelos baratos, alojamientos alternativos como Couchsurfing o Airbnb, y las redes sociales llenas de inspiración, lanzarse ya no es tan loco. Incluso existen seguros específicos para trotamundos, adaptados a quienes no pisan casa en meses. Y si hablamos de documentación, la Unión Europea facilita mucho las cosas para los ciudadanos españoles, con un pasaporte que permite viajar a 190 países sin visado previo.
Pero ojo, viajar de forma constante también implica retos. ¿Conoces el "reverse culture shock"? Es ese pequeño bajón que sienten muchos viajeros después de una gran aventura, al volver a casa y notar que, mientras todo ha cambiado en ellos, el entorno sigue igual. La vida de trotamundos exige aprender a adaptarse rápido, a estar solo y a vivir con poco equipaje –en todos los sentidos.
Quienes se consideran parte de la “tribu wanderlust” tienden a compartir ciertas características: flexibilidad, tolerancia al estrés, curiosidad por culturas diferentes y, a menudo, una habilidad destacada para conectar con desconocidos. La estadística también habla: según un informe publicado por Hostelworld, el 49% de los viajeros frecuentes dice que el principal motivo para salir de viaje es el deseo de conocer gente y crear nuevas conexiones.
Fíjate en esta tabla con datos interesantes sobre trotamundos españoles recogida de encuestas de portales viajeros y consultoras de turismo en 2024:
Edad media | Gasto anual en viajes | Motivo de viaje principal | Países visitados en promedio |
---|---|---|---|
34 años | 3.200 € | Cultura y experiencias nuevas | 12 |
Otra tendencia llamativa es el crecimiento de los "viajeros solitarios": un 38% de quienes se definen como trotamundos prefiere viajar solo, buscando más libertad y autoconocimiento. También se dispara la popularidad del slow travel: moverse despacio, pasar semanas en un mismo lugar y evitar el típico turismo exprés de selfie y palacio.
Consejos útiles para quienes sienten el "virus viajero"
¿Notas que el simple hecho de ver un mapa te dispara el pulso? Puede que seas un auténtico viajero por naturaleza. Aquí van algunos consejos prácticos que, después de charlar con decenas de compañeros de viajes, funcionan de verdad:
- No te endeudes solo por viajar: Planifica bien tu presupuesto. Hay formas baratas de moverse, desde voluntariado (Workaway, Worldpackers) hasta usar transporte compartido tipo BlaBlaCar o buscar vuelos en oferta en Skyscanner.
- Piensa en la salud física y mental: Infórmate de vacunas, seguros médicos y requisitos sanitarios del destino. Si viajas mucho tiempo, cuida tus vínculos y busca espacios para desconectar del ritmo intenso.
- Aprende idiomas y costumbres básicas: No tienes que ser políglota, pero saber decir “hola”, “gracias” y “adiós” en la lengua local abre muchas puertas. Y si puedes, lee sobre la cultura antes de llegar.
- Lleva poco equipaje, pero bien elegido: Un buen par de zapatillas, una mochila ligera y ropa que se adapte a varios climas marcan la diferencia. No te cargues de “por si acasos”.
- Abre tu mente… pero mantén tu instinto alerta: Confiar en la gente es parte del viaje, pero no olvides cuidarte en situaciones desconocidas. Apunta números de emergencia y comparte tu ruta con alguien de confianza.
- Aprovecha los recursos tecnológicos: Desde traductores instantáneos hasta tarjetas SIM internacionales o apps de mapas, la tecnología puede ahorrarte muchos disgustos.
- Piensa en el impacto: El auge de los viajes empieza a dejar huella en el planeta. Prueba formas más sostenibles de moverte: tren frente a avión, consumo local, evitar plásticos y ser respetuoso con el entorno.
No hace falta cruzar océanos para ser un urban explorer: muchas veces, la aventura empieza a pocos kilómetros de casa. Lo importante es mantener ese deseo de descubrir, aprender y abrirse a nuevas posibilidades. Si te reconoces en esta pulsión tan viajera, da igual si te llamas wanderlust, trotamundos o dromómano: eres, sencillamente, alguien para quien el mundo es demasiado grande como para quedarse en el mismo sitio. Y sí, puede que tengas algo contagioso, pero de los buenos: las ganas de salir siempre en busca de lo desconocido.