¿Qué se aprende en un curso de cocina española en Bilbao?
Si nunca has tomado un curso de cocina española en Bilbao, probablemente piensas que es solo sobre hacer paella o tortilla. Pero la cocina vasca no se reduce a eso. En Bilbao, los cursos de cocina te llevan dentro de la esencia de una gastronomía que combina mar y montaña, tradición y vanguardia, con ingredientes que muchos ni siquiera conocen. No es un taller de cocina cualquiera. Es una inmersión.
Lo que realmente enseñan en un curso de cocina en Bilbao
En un curso típico de cocina española en Bilbao, no empiezas con cuchillos y ollas. Empiezas en el mercado. La mayoría de los cursos incluyen una visita guiada al Mercado de San Miguel o al Mercado de La Ribera. Allí te enseñan a reconocer el pescado fresco por el brillo de las escamas, a distinguir el bacalao salado de los que están encurtidos, o a elegir setas de temporada como los boletus o los txipirones. No es un paseo turístico. Es una clase práctica de selección de ingredientes.
Luego, en la cocina, aprendes a preparar platos que no encontrarás en ningún libro de recetas genérico. Por ejemplo: marmitako, un guiso de atún rojo, patatas, pimientos y cebolla, cocinado lentamente hasta que el caldo se vuelve espeso y dorado. O bacalao al pil-pil, donde el aceite de oliva, el ajo y el calor del pescado crean una emulsión que parece magia, pero que se logra con tres movimientos precisos de la sartén. No hay recetas escritas. Solo observación, repetición y ajuste.
Te enseñan a hacer pintxos como los de la calle Ribera: no solo montarlos, sino equilibrar sabores. Un buen pintxo tiene tres capas: crujiente, suave y ácido. Por ejemplo: un trozo de tortilla de patata sobre pan tostado, con una rodaja de queso de cabra y una gota de miel de brezo. Eso no se aprende en YouTube. Se aprende con un cocinero que ha hecho cientos de ellos.
Lo que no te dicen: la técnica que cambia todo
Una de las cosas más sorprendentes de estos cursos es que no te enseñan a cocinar. Te enseñan a no cocinar. En la cocina vasca, el ingrediente es el rey. El fuego no es para dominar, sino para respetar. El pescado no se fríe hasta que se seca. Se dora por fuera y queda jugoso por dentro. La carne no se marina con especias. Se salpimienta con sal gruesa y se deja reposar. El caldo no se hace con cubitos. Se extrae de huesos, verduras y tiempo.
En un curso de Bilbao, te piden que dejes el pescado en sal durante 48 horas. No porque sea complicado, sino porque la sal no es solo sabor. Es conservación, textura y transformación. Al día siguiente, el bacalao ya no es el mismo. Es más denso, más dulce, más profundo. Eso es lo que te enseñan: cómo el tiempo y la paciencia son ingredientes.
Platos que realmente aprenderás a hacer
- Marmitako: Guiso de atún rojo con patatas, pimientos y cebolla. El secreto está en no revolverlo demasiado.
- Bacalao al pil-pil: Emulsión natural de aceite, ajo y jugo de pescado. Requiere movimientos de muñeca, no fuego alto.
- Txangurro a la donostiarra: Cangrejo relleno con su propia carne, pan rallado y perejil. Se hornea hasta que la superficie se dora como caramelo.
- Pintxos de tortilla de patata con queso de cabra y miel: No es un bocadillo. Es una explosión de texturas.
- Idiazabal con membrillo y nueces: Queso curado de oveja, con fruta deshidratada y frutos secos tostados. Un postre que no parece postre.
Estos platos no son para impresionar. Son para comer con la familia. En Bilbao, la cocina no se muestra. Se comparte.
¿Quién puede tomar el curso?
No necesitas experiencia. Ni saber cocinar. Ni tener un buen paladar. Solo necesitas ganas de probar. Los cursos están diseñados para principiantes, pero también desafían a cocineros con años de experiencia. Lo que pasa en Bilbao es que todos terminan aprendiendo algo nuevo.
Una mujer de 68 años, de Sevilla, tomó el curso porque quería hacerle a su nieto lo que su abuela le hacía a ella. Un estudiante de 22 años, de Alemania, vino porque creía que la comida española era solo paella. Ambos salieron con la misma pregunta: "¿Por qué nadie me enseñó esto antes?"
Los grupos son pequeños: máximo 8 personas. Cada uno tiene su propia estación, su propio cuchillo, su propio bol. No hay equipos. No hay competencia. Solo aprendizaje.
Lo que llevas contigo después del curso
No te llevas un certificado. Te llevas una caja de ingredientes: sal de Guéthary, aceite de oliva de la Rioja Alavesa, vinagre de vino tinto de Navarra, y un pequeño frasco de pimentón de La Vera. Te llevas una lista de mercados en Bilbao donde puedes volver a comprar lo mismo. Y te llevas una nueva forma de ver la comida.
Después del curso, empiezas a mirar el pescado de otra manera. A notas el olor del ajo cuando se dora. A sientes el momento exacto en que el aceite empieza a emulsionar. Ya no cocinas por receta. Cocinas por sensación. Eso es lo que enseñan en Bilbao: no cómo hacer una receta, sino cómo escuchar la comida.
¿Cuánto dura el curso y cuánto cuesta?
La mayoría de los cursos duran entre 4 y 6 horas. Incluyen la visita al mercado, la clase práctica, la comida final y una pequeña caja con productos para llevar. El precio ronda los 120 euros por persona. No es barato. Pero cuando te sientas a comer el bacalao que tú mismo hiciste, con vino txakoli de Getaria, te das cuenta de que no estás pagando por una clase. Estás pagando por una experiencia que no se repite.
Hay opciones más económicas: algunos centros ofrecen talleres de 2 horas por 45 euros, pero solo te enseñan a hacer tres pintxos. Si quieres entender la cocina vasca, el curso completo es la única opción.
¿Dónde se imparten los mejores cursos?
En Bilbao, hay varios lugares que destacan:
- Escuela de Cocina Gure Etxea: Fundada por una familia de pescadores. Enseñan con ingredientes que traen ellos mismos del puerto de Getxo.
- La Cocina de Txanton: Dirigida por un exalumno de Martín Berasategui. Aquí se enseña la técnica moderna, pero con raíces en la tradición.
- Elkano en el Casco Viejo: No es un restaurante, es una cocina abierta donde los cocineros te enseñan mientras trabajan. Ideal para quienes quieren ver la cocina en acción.
Evita los cursos que solo usan ingredientes preenvasados o que te piden que sigas una receta impresa. Si no hay mercado, no es un curso de cocina vasca.
¿Qué hacer después del curso?
El primer paso es volver a casa y hacer lo que aprendiste. No esperes a Navidad. Hazlo la próxima semana. El bacalao al pil-pil no se guarda. Se hace y se come. La comida vasca no se guarda en el refrigerador. Se guarda en la memoria.
Si quieres profundizar, busca mercados de productos locales en tu ciudad. Busca a proveedores de sal marina, aceite de oliva virgen extra, y pescado fresco. No compres bacalao envasado. Busca el que viene en trozos, con la piel, y que huele a mar, no a plástico.
Y si puedes, vuelve a Bilbao. La cocina no se aprende una vez. Se aprende cada vez que se vuelve a cocinar.
¿Se necesitan conocimientos previos de cocina para hacer el curso?
No. Los cursos están diseñados para todos los niveles. Incluso si nunca has encendido una estufa, te enseñan desde cero. Lo importante es tener curiosidad. Los profesores explican cada paso con calma, y te ayudan si te equivocas. No hay presión.
¿El curso incluye comida?
Sí. Al final de la clase, todos se sientan a comer lo que prepararon. Es parte del aprendizaje: probar tu propia comida, ver cómo se combinan los sabores, y entender por qué se hacen las cosas de cierta manera. A veces, también se sirve vino txakoli o sidra natural.
¿Se puede hacer el curso en inglés?
Sí. Muchas escuelas ofrecen clases en inglés, especialmente en temporada alta. Los profesores hablan español, pero tienen asistentes que traducen al instante. No necesitas saber español para participar. Lo que importa es ver, oler y probar.
¿Qué debo llevar al curso?
Ropa cómoda, zapatos antideslizantes y un contenedor para llevar tus productos a casa. No necesitas cuchillos ni delantales. Todo lo necesitas está en la cocina. Si tienes alergias o intolerancias, avisa al momento de reservar. Todos los centros adaptan los ingredientes.
¿Vale la pena hacerlo si solo estás de paso en Bilbao?
Sí, más que vale la pena. Si estás de paso, es una de las mejores formas de entender la cultura local. No es un tour gastronómico. Es una experiencia real. Muchos turistas lo recuerdan como el momento más auténtico de su viaje. Incluso si solo tienes un día, vale la pena sacrificar una hora para aprender a hacer un pintxo.